Acabo de leer Triggers, la novela de ciencia ficción de Robert Sawyer. La trama tiene que ver con la invención de un aparato para borrar los recuerdos o memorias traumáticas. Pero el experimento sale mal y termina capacitando a toda la gente para leer los recuerdos de otras personas.
"Había recuerdos no placenteros, pero todos decidieron que no había necesidad de añadir a su número", escribe Sawyer. "Cuánto mejor era compartir los recuerdos felices, contentos y positivos. La mejor forma de asegurar que la mayoría de los nuevos recuerdos registrados, de ahora en adelante, fuesen positivos, fue ayudar en lugar de herir, compartir en lugar de acaparar, apoyar en lugar de menospreciar y, por supuesto, amar en lugar de odiar".
Los líderes de la Iglesia Metodista Unida están tratando de fijar un curso hacia adelante para los siguientes 4 años. Como ocurre siempre, a principio de cada cuadrienio se da un genuino esfuerzo por unidad.
Pero ha probado ser tremendamente difícil lograr tal actitud. No todos compartimos recuerdos felices y positivos. Abundan los recuerdos desagradables. No todos nuestros análisis han llegado a la misma conclusión sobre cuál es la mejor manera de mover a la denominación hacia adelante.
Abundan las diferencias regionales, teológicas, ideológicas y étnicas. Pareciera que no podemos ayudar, apoyar y amarnos unos a otros, al menos no lo logramos en una forma suficiente para calmar las peleas.
Es mi esperanza que los metodistas unidos se centren en las partes brillantes de nuestra denominación, en lugar de nuestros defectos. Después de todo, es la iglesia de Dios y el mundo de Dios, no los nuestros.
No quiero sugerir que nuestras diferencias no tengan importancia, ni que debamos ignorarlas. Pero a menos que nos liberemos del pánico de la pérdida de miembros que tenemos en los Estados Unidos y nos centremos en transformar el mundo, en lugar de centrarnos en nosotros mismos, no vamos a llegar a ninguna parte.
Es interesante que un miembro africano de la Mesa Conexional nos dijo que, aunque la membresía crece en la mayor parte del África, están destinados a cometer los mismos errores que los Estados Unidos, esto es, llegarán a ser una iglesia afluente, confiada en sí misma y que acepta el status quo.
En su sermón sobre el uso del dinero, Juan Wesley instruyó a los metodistas a ganar todo lo que puedan, ahorrar todo lo que puedan y a dar todo lo que puedan. Pero a los 87 años, advirtió: "De estas tres reglas&ellipsis; encontrarán muchos que practican la primera: ganar todo lo que puedan. Encontrarán algunos pocos que practican la segunda: ahorren todo lo que puedan. Pero no hay muchos que practiquen la tercera: den todo lo que puedan. ¿Creen ustedes que se podría encontrar a 500 metodistas que practican la tercera regla entre los 50,000 metodistas? Sin embargo, nada hay más cierto que esto: todos los que observan las primeras dos reglas sin practicar la tercera serán dos veces más hijos del Infierno que lo que lo eran antes".
El año pasado, la Conferencia General terminó en discordia y confusión. Hace poco en una reunión, un participante dijo que podría haber terminado en forma distinta. Por ejemplo, tuvimos presentes a estudiantes de todos nuestros seminarios, pero jamás se les invitó a compartir su testimonio.
Tenemos que encontrar la forma de dejar que la historia emerja con el poder del Espíritu, en lugar de inventar una y contársela a la denominación.
Dios ha actuado en formas poderosas en el pasado y lo hará otra vez. La gente quiere ser parte de algo que transforma las vidas en forma positiva.
En todo lugar existen muestras de vitalidad, a veces justo al lado del letargo, la pereza y el agotamiento. Pocas veces celebramos a pastores e iglesias que están haciendo buenas cosas o a las miles de personas involucradas en misión. Pocas veces celebramos la forma excelente en que respondemos en momentos de crisis o las muchas vidas que son transformadas o nuestro compromiso a las grandes causad de la paz y la justicia.
Mi oración es que trabajemos duro, nos divirtamos y reconozcamos que Dios salvará el mundo con o sin nosotros.