Los niños hondureños emigrantes

Una perspectiva desde Honduras.

PROBLEMÁTICA - Estos días se ha informado abundantemente sobre los niños centroamericanos que cruzan solos la frontera, y entran indocumentados a los EE.UU. Se dice que los servicios de inmigración norteamericanos han interceptado más de 50.000 niños indocumentados en el último año.

Hace unos días estuve en Texas visitando comunidades metodistas en la frontera, tanto anglas como hispanas. También visité un albergue donde tuve oportunidad de conversar, ver y conocer distintos puntos de vista.

En los Estados Unidos algunos ven este desastre humanitario como problema político y de seguridad, y abogan por más controles fronterizos, más policía y leyes que permitan deportar rápidamente a estos niños. Otros, como la Iglesia Metodista Unida, desean una respuesta más humana y misericordiosa. Ya que gran cantidad de niñas y niños que cruzan la frontera provienen de Honduras, me preguntan a mí, como Superintendente Metodista en Honduras, -- ¿Cómo veo este problema? -- ¿Qué puede aportar la Misión Metodista Unida en Honduras al entendimiento y solución de esta crisis humanitaria?

Es difícil imaginar la razón por la cual estos niños dejan su casa, para emprender en solitario un viaje tan peligroso, tan largo y tan costoso. Lo primero que puedo contestar es lo obvio, que los niños se van porque sus padres viven en Estados Unidos, y viven allá porque en Honduras no encuentran oportunidades, ni dignidad. Se van porque acá hay hambre, violencia y pobreza. Pero quizás sea bueno reflexionar un poco sobre las causas de la pobreza de Honduras.

El primer extranjero que pisó suelo Hondureño fue Cristóbal Colón y se admiró de las riquezas y fertilidad de esta tierra, pero después de 5 siglos estas riquezas jamás han estado al servicio del pueblo hondureño.

“BANANA REPUBLIC” - En el siglo 19 nació en Honduras la expresión “Banana Republic”, porque los norteamericanos que a finales del siglo 18 instalaron acá plantaciones de banano, lo hicieron al estilo de las plantaciones esclavistas en el sur de los EE.UU. Y hasta el día de hoy los dueños de las mejores tierras son las bananeras norteamericanas y pequeñas élites hondureñas que viven en EE.UU. y que explotan la tierra con mentalidad rentista, es decir con el objetivo de sacar recursos, sin reinvertir nuevamente en el país.

EL ORO - A comienzos del siglo 20 la embajada de Estados Unidos en Honduras quedaba al lado de la más grande mina de oro de las Américas, en San Juancito. La gente se pregunta porqué la embajada está lejos de la ciudad capital, en un pueblo pequeño y al lado de una mina de oro. Sencillo, porque eran corporaciones norteamericanas las que explotaban esas minas. Hoy San Juancito es casi un pueblo fantasma.

Honduras es pobre porque las riquezas de este país fueron extraídas y no se re-invirtieron acá.

Hoy en día ya no es el banano, ni el oro, la principal actividad generadora de divisas, tampoco el café, ni el cultivo de palma africana. Hoy en día la mayor fuente de dólares que ingresa al país es por concepto de las remesas que envían los indocumentados que viven en EE.UU. En términos económicos, los pobres que emigran son hoy la mayor riqueza de Honduras, porque en EE.UU. necesitan mano de obra barata para recoger las cosechas y para la construcción. Los dólares que los emigrantes indocumentados envían a sus familias, son los dólares que mueven la economía hondureña. Es una paradoja.

HACIA LOS ESTADOS UNIDOSVolviendo al tema, los niños que cruzan la frontera lo hacen porque sus padres viven en EE.UU., y a su vez, estos viven en EE.UU. porque hay demasiada pobreza en Honduras. Estos padres no pueden regresar por sus hijos, porque no tienen suficiente dinero para pagar a los coyotes y cruzar ilegalmente las fronteras.

La otra razón por la cual los niños se van es porque los coyotes mexicanos han hecho del cruce ilegal de la frontera todo un negocio. Hay redes de coyotes que tienen sus emisarios en todo Centroamérica. En los últimos dos años, estas redes de coyotes han hecho circular información en el sentido de que los niños solo tienen que cruzar la frontera y las autoridades norteamericanas se encargan de llevarlos hasta los estados donde sus padres se encuentren. En realidad esta información es correcta. Los emigrantes hondureños saben que cruzando la frontera de EE.UU. son tratados con más compasión que en la parte mexicana. Es común que en la parte mexicana secuestren a los emigrantes, los maten y violen a las mujeres.

En nuestras Iglesias metodistas en Honduras conocemos de varios casos terribles. En días pasados unos hermanos metodistas en Ciudad España tuvieron que vender su casa para pagar a una red de coyotes que secuestró a uno de sus hijos. Cuando el muchacho fue liberado contó como mataron en su presencia a algunos compañeros, mientras sus padres estaban en el teléfono, para intimidarlos y obligarles a vender sus propiedades en Honduras y así pagar el rescate. Es común que las mujeres jóvenes consuman anticonceptivos durante el viaje a la frontera, para evitar embarazos al ser violadas.

A pesar de todo lo que implica emprender un viaje tan largo (casi un mes), tan peligroso y tan costoso (de 3.000 a 6.000 dólares) muchos padres hondureños en los EE.UU. prefieren entregar a sus hijos a estas redes de Coyotes, con la esperanza de reunificar la familia.

La separación de las familias también es un drama humanitario, aunque poco se mencione. Son los abuelos los llamados a ayudar a los niños y adolescentes en la transición a la vida adulta. Hay una generación que crece en Honduras con este trauma, de crecer sin un padre y una madre.

La otra razón por la cual los niños y niñas emprenden este viaje tan peligroso es por la violencia que se vive en Honduras. Es una violencia focalizada en las áreas urbanas y en las colonias más marginales y pobres. Las maras captan a los niños desde los 10 o 12 años y una vez entran a la mara, ya nunca pueden salir. Hay códigos de valor, donde salir de la mara es una traición que se paga con la muerte.

LA VIOLENCIA Y LAS IGLESIAS DE LAS ZONAS MARGINALES - La Misión Metodista Unida en Honduras tiene comunidades en zonas de alto riesgo y yo, personalmente, he tenido experiencias donde se puede ver el miedo con que viven estas comunidades. Un domingo, en San Pedro, en la Iglesia Metodista Fe, el año pasado mataron a dos muchachos en la calle, afuera del templo, cuando se iniciaba el servicio. Algunos niños y mujeres lloraban desconsoladamente, pues cuando salieron de la iglesia, descubrieron que los que acababan de morir eran miembros de sus familias.

En otra ocasión visité una colonia muy marginal en San Pedro, La Primavera, para una jornada de evangelización puerta a puerta, pero encontramos que muchas casas estaban vacías y otras la gente no salía a abrir, pues durante esa semana hubo una matanza. Los mareros entraron a algunas casas y sacaron a la fuerza a jóvenes para matarlos en la calle

Recientemente, también en otra de nuestras iglesias, en Fuerzas Unidas, otra zona muy marginal de Tegucigalpa, durante el servicio del domingo, un grupo de mareros fuertemente armado entró disparando al templo en el momento del servicio, pues buscaban a alguien que supuestamente se escondía en el templo. Finalmente sólo hubo heridos leves y algunos que se desmayaron de angustia y miedo. Ahora nuestra iglesia en Fuerzas Unidas decidió hacer sus servicios con las puertas del templo cerradas, para evitar estos casos. Alguien se para en la puerta y abre sólo a los que van llegando. Allí mismo en Fuerzas Unidas, el año pasado, una bala perdida destrozó la columna de un muchacho que canta en el coro. El muchacho se llama Alonso, tiene 17 años y quedó inválido.

La violencia en Honduras es muy focalizada. Pero para padres de familia que viven en EE.UU. y cuyos hijos viven en colonias urbanas marginadas, esta violencia y el fenómeno de las maras es una constante fuente de preocupación. Es cierto cuando se dice que el 70 % de los niños emigrantes hondureños, que han sido detenidos en el último año en los EE.UU., provienen de zonas azotadas por la violencia (Esto lo dijo el presidente de Honduras la semana pasada).

Según naciones Unidas, Honduras es el país más violento del mundo. Esta violencia se da por el fenómeno de las maras, que acá son tremendamente organizadas. Las maras tejen redes a través de varias ciudades y países, y se nutren del narcotráfico.

NARCOTRÁFICO - La mayor parte de la cocaína que se consume en EE.UU. pasa por Honduras. Los carteles mexicanos recogen en Honduras las drogas provenientes principalmente de Colombia. Las maras hondureñas prestan “seguridad” a los carteles de las drogas. Los niños que son reclutados por las maras en las colonias urbanas de alto riesgo, encuentran en la mara una familia de “sangre”, de pacto. Niños que viven con hambre y sin oportunidades, de repente se sienten fuertes y poderosos al pertenecer a una mara.

En conclusión creo que el drama de los niños y niñas que cruzan a diario la frontera de los EE.UU., tiene que ver principalmente con la situación de pobreza e injusticia que por siglos ha padecido Honduras. Los niños viajan buscando la reunificación de sus familias, viajan porque las redes de coyotes están por todo el triángulo centroamericano comerciando con este drama humano. Y estos niños viajan también porque las drogas que se consumen en EE.UU. dejan una estela de dolor y muerte por todo el triángulo centroamericano.

Hecho el anterior diagnóstico podemos preguntarnos, -- ¿Qué podemos hacer?

TRABAJO MISIONERO METODISTA - La Misión Metodista Unida en Honduras está bajo la supervisión del Concilio de Obispos Metodistas Unido y de la Junta General de Ministerios Globales, yo soy sólo un misionero que ellos designan y envían como superintendente. La Misión en Honduras está creciendo. En 3 años y medio que llevo en honduras, puedo decir que la membrecía se ha duplicado. Hay mucha alegría. Tenemos 19 congregaciones a lo largo y ancho de Honduras y una asistencia cada semana de más de 2000 personas. Nuestra iglesia más antigua no ha cumplido 15 años todavía.

Cada año nos visitan unos 500 voluntarios en misión de los EE.UU.. Son grupos de hermanos de iglesias metodistas que dedican una semana al año para venir a ayudarnos. A través de estos voluntarios en misión norteamericanos y del trabajo de nuestras comunidades hemos podido, no sólo construir templos y casas pastorales, sino también ofrecer programas como comedores comunitarios para más de 200 niños y niñas, becas escolares para más de mil niños, sistemas de agua potable, proyectos rurales de siembra de maíz, de porcicultura y muchas brigadas médicas, odontológicas, entre otros. Jamás hemos tenido ningún problema de seguridad con los grupos que nos visitan y hemos podido servir a los más pobres con todas nuestras fuerzas.

Este año 2014 iniciamos el primer colegio Metodista Unido en Honduras. Iniciamos con 230 niños y niñas, muchos de los cuales tienen padres y madres viviendo en EE.UU.. El próximo año esperamos duplicar el colegio. Pero también nos ha tocado cerrar guarderías para niños pobres en comunidades de alto riesgo por falta de recursos. También hemos cerrado comedores infantiles por falta de recursos. Hemos tenido que cerrar clínicas en nuestras iglesias por falta de recursos. Siempre queremos hacer más…

"Creo que la mejor manera para responder a ese drama humanitario, es tratar de ver lo que pasa a ambos lados de la frontera y ser tan generosos como podamos".

Es bueno recordar que nuestro Señor Jesucristo se encarnó en el mundo como un niño emigrante, como alguien que padeció violencia… Todos somos el pueblo de Dios y llamados a expresar solidaridad y a sentir este drama humano con el corazón. Dios nos escucha a todos, pero decidió ponerse del lado de los pobres...

*El Rdo. Dr. Juan Guerro es el Superintendente de Distrito de la Misión Metodista en Honduras.

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