Ahora que vivo en los Estados Unidos, añoro la simplicidad de vida que experimentaba en Maua, Kenia, durante la Semana Santa. Su celebración carece de todo el comercialismo que encontramos aquí. Cada vez que voy al supermercado o a una tienda, me sorprende el espacio que se dedica que las golosinas, los huevos, animales de peluche, canastas, decoraciones y la ropa de primavera. Estos productos ocupan más espacio que cualquier tienda de Maua.
En los Estados Unidos, se gasta cerca de $2 billones en dulces para el Día de Resurrección. Se gasta dos billones para celebrar a quien nos dijo que alimentáramos a los pobres.
En Maua, el Día de Resurrección no tiene que ver con huevos, caramelos, o regalos de ropa nueva. En Maua, se celebra el Jueves Santo con un servicio a las 5:00 p.m. Los días viernes y lunes son feriados. Todos los negocios cierran a medio día y la mayoría de la gente asiste a los servicios para orar, cantar y agradecer a Dios por el regalo de su Hijo.
El Domingo de Resurrección, se tiene un servicio que dura de tres a cuatro horas, lleno de alabanzas y gratitud, danzas, drama, sermón, comunión y testimonios. Con frecuencia, el servicio incluye los coros de jóvenes y adultos, y los niños bailan.
Al final del servicio, todos sabemos que Jesús murió y resucitó por nosotros. La iglesia se llena de gozo, agradecimiento, esperanza y fe. Aunque no se celebra una cena con verduras, ensaladas, pan, carne y postres, todos salimos sintiendo que hemos tenido una fiesta. Uno quiere irse bailando a casa porque el gozo nos sigue después de la iglesia. ¡Cristo ha resucitado!
En lugar de gastar 2 billones en chocolates, enviemos ese dinero para alimentar a los pobres en el nombre de Jesús.
*Jerri Savuto era misionera de GBGM y, junto a su esposo Bill, servía en el Hospital Metodista de Maua, Kenia.