Ella nombró a su hijo "Jacob", porque al igual que en la historia del Antiguo Testamento, la Reverenda Jennifer Long sentía que ella y su bebé habían luchado con Dios.
La lucha fue en 2005, cuando estaba esperando a su cuarto hijo y con cuatro meses de embarazo. Long, residente en O'Fallon, Missouri, llegaba a la sala de emergencias por segunda vez. Ella tenía una fiebre alta de 104 grados y no tenía idea del porqué estaba tan enferma.
"Sólo le dije al médico que había estado en América Central en un viaje misionero unos nueve meses antes, y era como si una bombilla de luz se apagaba en los ojos del médico". Cuando el médico le preguntó si le habían picado los mosquitos, en ese instante ella se dio cuenta que se encontraba en el hospital, embarazada y con malaria.
Después de una semana en el hospital fue atendida por un excelente personal médico y le prescribieron medicamentos de fácil acceso. Jennifer dio a luz un bebé sano. Fue entonces que decidió aprender todo sobre la malaria. "Fue absolutamente asombroso", dijo sobre esta enfermedad curable que ha estado devastando casi a la mitad del mundo.
Mientras arrullaba a su bebé Jacob el día en que nació, pensaba en las disparidades de la tasa de mortalidad de la enfermedad. "No podía dejar de pensar en las 3.000 madres que sostenían a sus bebés ese día y cómo (los bebés) estaban muriendo de malaria, simplemente porque vivían tan lejos, al otro lado del océano".
ENFOQUE ESTRATÉGICO
Cuando el parásito de la malaria entra en el torrente sanguíneo, se multiplica. Pasa a través de las células rojas de la sangre de la madre al hijo durante el embarazo.
Los síntomas son horribles - fiebre alta, convulsiones, anemia, vómitos e incluso coma. Sin embargo, las complicaciones pueden ser peores. Los sobrevivientes pueden experimentar infecciones cerebrales respiratorias, insuficiencia renal o hepática, hemorragias internas, y más.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estiman que de 300 a 500 millones de personas contraen la enfermedad cada año.
Desde 2008, la campaña de la Iglesia Metodista Unida Imagina que no hay Malaria (Imagine NO Malaria), ha estado a la vanguardia en la erradicación de esta enfermedad en el sur del continente africano. Según el sitio web de la denominación, en 2012 el número de muertos en la región descendió de 1 millón a 627.000.
El progreso viene de una fórmula sencilla: Mosquiteros de cama tratados con insecticida, mejora en las comunicaciones, y la mejora de las instalaciones de salud y educación. Con el entrenamiento patrocinado por la iglesia y socios globales, 11.600 trabajadores de salud comunitaria han ido de puerta en puerta distribuyendo información, respondiendo a las preguntas, distribuyendo las redes y ayudando a instalar esta simple herramienta usada en la batalla contra la malaria. La entrega de más de 2,3 millones de mosquiteros ha tenido el mayor impacto enfrentando la enfermedad, protegiendo a la gente mientras duerme cuando los mosquitos están más activos.
La campaña también estima que 4,6 millones de personas han aprendido acerca de la enfermedad y su prevención a través de las nuevas estaciones de radio y distribución de radios, un excelente medio que posibilita difundir el mensaje acerca de mejorar el saneamiento, como drenar aguas estancadas que pueden ser criaderos de mosquitos. Por otro lado, las herramientas de diagnóstico y tratamiento suministrados por la iglesia permiten a más de 300 hospitales y clínicas metodistas unidos a prevenir, reconocer y tratar la enfermedad de manera proactiva.
Nadie hace el trabajo en el vacío. Para acabar con la enfermedad, las agencias generales, los socios (ecuménicos) de fe y salud, congregaciones e iglesias africanas, se han unido con la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación de las Naciones Unidas / Nothing But Nets y el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria.
'PODEMOS HACER ALGO PODEROSO'
Los defensores como Jennifer han hecho una gran diferencia con su pasión y compromiso con la campaña Imagina que no hay Malaria (Imagine No Malaria).
En la Conferencia Anual de Missouri, la escritora de libros de cocina Amy Hout donó 20 por ciento de sus ventas a la campaña. Su libro con recetas saludables dirigidas a familias ocupadas. El sitio web de la conferencia enseña un video a los niños de cómo hacer "ramilletes de tela de red," simbolizando los mosquiteros como una herramienta de prevención de la malaria.
La Conferencia Alabama-West Florida en el verano pasado ha recaudado más de $600,000 dólares. Los niños donaron de sus alcancías y puestos de limonada. Durante la Cuaresma la gente ayunó de cosas que normalmente costaría $10 - paradas rutinarias de café, comida rápida, etc. - y donó el dinero que hubieran gastado en gustos. Los adolescentes patrocinaron juegos, donde la gente se comprometía a pagar en efectivo por cada tiro libre de baloncesto que los niños hacían.
"Todavía se puede encontrar miembros en nuestras congregaciones que pueden recordar cuando la malaria era una seria amenaza en los Estados Unidos en los años 1940 y 1950", dijo. "Hemos eliminado la malaria aquí, y podemos hacer algo poderoso en nuestro mundo por la eliminación de la malaria en otros lugares".
El apoyo de las congregaciones y conferencias anuales ha cobrado impulso, Imagine No Malaria ha recaudado más de $66 millones de dólares en efectivo y promete llegar a la meta para recaudar $75 millones.
La campaña estará efectiva hasta el 2016, pero cuando Jacob, el chico de Missouri, tenga la edad suficiente para entender, es probable que su madre le hable de la enfermedad que amenazó su vida y cómo la iglesia ayudó a reducir la muerte y el sufrimiento de los niños al otro lado del mundo.
* Martini, es una escritora independiente que reside en Glen Mills, Pensilvania. Fue directora de comunicaciones de la División de Mujeres, Junta General de Ministerios Globales.
(*) Amanda M. Bachus es escritora independiente para Comunicaciones Metodistas Unidas.