Mark J. Webb*
21 de noviembre, 2012 | Conferencia Nueva York Alto
En una visita a Facebook, vi este mensaje que alguien colocó: "¿Qué quedaría, si usted despierta mañana y todo lo que queda son las cosas por las que usted dio gracias a Dios?"
Al prepararme para celebrar otro Día de Acción de Gracias, quiero compartir una pregunta que me hice a mí mismo: ¿Qué clase de personas somos cuando damos gracias?
Si soy honesto, no me gusta mi respuesta. Muchas veces, dar gracias es como una montaña rusa. Hay momentos en que soy bueno para dar gracias y otros en que realmente soy terriblemente malo.
Filipenses 4:4-8 nos dice:
Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.
Si examinamos con cuidado este texto, Pablo da varios mandamientos. Uno tiene la impresión de que en la iglesia de Filipos había varios irritantes espirituales. Cosas como depresión, corazones duros, ansiedad, el no tomar en serio la oración, confusión y pensamientos equivocados, etc.
Pablo cree que la gente de Filipos puede solucionar esta situación. La clave para Pablo es que cambien de actitud, y esa palabra es vital aquí. Se define la actitud como "un sentimiento interno que se expresa en una conducta exterior". Nuestro centro interno se define por nuestra actitud y la actitud que tengamos determina la forma en que abordamos la vida, otros y hasta Dios.
El papá le pidió a un niño que diera gracias en la mesa. Mientras que todos esperaban con los ojos cerrados que el niño empezase a dar gracias, el niño abrió sus ojos y miró a cada alimento que estaba en la mesa. Entonces dijo: "Señor, no me gusta lo que veo pero te doy gracias de todas formas, y lo comeré. Amén".
Pablo le dice a los filipenses que tengan una actitud de agradecimiento que sea algo constante en sus vidas. Los llamó a una disciplina de agradecimiento que vaya más allá de un día o de una acción, para que sea una actitud y forma de vida.
De modo que, ¿Qué clase de personas somos cuando damos gracias?
¿Cuán determinados estamos a desarrollar formas que nos permitan tener una actitud de agradecimiento?
¿Es el agradecimiento nuestra primera reacción o un recurso de última hora, cuando todo lo demás falla?
Donde sea que estén para este día feriado, ¡les deseo que pasen un precioso Día de Acción de Gracias! Pero no olvidemos que se trata más que un día para agradecer, se trata de una actitud.
*Webb es obispo de la Conferencia Anual Nueva York Alto.
21 de noviembre, 2012 | Conferencia Nueva York Alto
Al prepararme para celebrar otro Día de Acción de Gracias, quiero compartir una pregunta que me hice a mí mismo: ¿Qué clase de personas somos cuando damos gracias?
Si soy honesto, no me gusta mi respuesta. Muchas veces, dar gracias es como una montaña rusa. Hay momentos en que soy bueno para dar gracias y otros en que realmente soy terriblemente malo.
Filipenses 4:4-8 nos dice:
Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.
Si examinamos con cuidado este texto, Pablo da varios mandamientos. Uno tiene la impresión de que en la iglesia de Filipos había varios irritantes espirituales. Cosas como depresión, corazones duros, ansiedad, el no tomar en serio la oración, confusión y pensamientos equivocados, etc.
Pablo cree que la gente de Filipos puede solucionar esta situación. La clave para Pablo es que cambien de actitud, y esa palabra es vital aquí. Se define la actitud como "un sentimiento interno que se expresa en una conducta exterior". Nuestro centro interno se define por nuestra actitud y la actitud que tengamos determina la forma en que abordamos la vida, otros y hasta Dios.
El papá le pidió a un niño que diera gracias en la mesa. Mientras que todos esperaban con los ojos cerrados que el niño empezase a dar gracias, el niño abrió sus ojos y miró a cada alimento que estaba en la mesa. Entonces dijo: "Señor, no me gusta lo que veo pero te doy gracias de todas formas, y lo comeré. Amén".
Pablo le dice a los filipenses que tengan una actitud de agradecimiento que sea algo constante en sus vidas. Los llamó a una disciplina de agradecimiento que vaya más allá de un día o de una acción, para que sea una actitud y forma de vida.
De modo que, ¿Qué clase de personas somos cuando damos gracias?
¿Cuán determinados estamos a desarrollar formas que nos permitan tener una actitud de agradecimiento?
¿Es el agradecimiento nuestra primera reacción o un recurso de última hora, cuando todo lo demás falla?
Donde sea que estén para este día feriado, ¡les deseo que pasen un precioso Día de Acción de Gracias! Pero no olvidemos que se trata más que un día para agradecer, se trata de una actitud.
*Webb es obispo de la Conferencia Anual Nueva York Alto.