La Iglesia Metodista Unida se opone al suicidio y la eutanasia asistida.
Creemos que el suicidio no es la forma en que una vida humana debe terminar. A veces el suicidio es el resultado de la depresión no tratada o de un dolor o sufrimiento que no se ha atendido. La iglesia tiene la obligación de velar porque todas las personas tengan acceso a la terapia y al cuidado pastoral y médico necesarios en aquellas circunstancias que conduzcan a la pérdida de la autoestima, el abatimiento suicida o el deseo de buscar el suicidio con la ayuda de médicos.
Históricamente, la tradición cristiana ha establecido una distinción entre la interrupción de tratamiento y el uso de medidas por parte del paciente o cuidador que tienen como objetivo provocar la muerte.
Como las intervenciones humanas, las tecnologías médicas únicamente se justifican por la ayuda que puedan dar. Su uso requiere un juicio responsable sobre cuándo tratamientos de soporte vital apoyan realmente los objetivos de la vida y cuando han llegado a sus límites. No hay obligación moral o religiosa para usarlas cuando la carga que imponen es mayor que los beneficios que ofrecen o cuando el uso de la tecnología médica sólo extiende el proceso de morir. Por lo tanto, las familias deben tener la libertad de interrumpir los tratamientos cuando dejan de ser de beneficio para la persona moribunda. Sin embargo, retener o retirar las intervenciones de mantenimiento de vida no deben confundirse con el abandono de las personas cerca de la muerte o dejar de cuidar de ellos/as.
Si la muerte se busca deliberadamente como un medio para aliviar el sufrimiento, se debe entender como quitar una vida intencionalmente. La tradición Metodista Unida se opone al quitar una vida porque se considera como una ofensa contra Dios quien es el único que tiene dominio sobre la vida y también se considera un abandono de la esperanza y la humildad delante de Dios.
Sin embargo, aun cuando nos oponemos a la muerte deliberada, seguimos afirmando que nada, incluyendo el suicidio, nos separa del amor y la gracia de Dios (Romanos 8: 38-39). Por lo tanto, lamentamos la condenación de personas que se quitan la vida, y consideramos injusto el estigma que tan a menudo cae sobre los familiares y amistades sobrevivientes. Nuestra responsabilidad como comunidades de fe es rodear con amor y cuidado a aquellos que están en riesgo, los que han sobrevivido un intento de suicidio y a los que han perdido a sus seres queridos.
- Extraído y adaptado del Libro de Disciplina 2012, "Principios Sociales: La Comunidad Que Nutre, Suicidio" y del Libro de Resoluciones 2012, "Cuidado Fiel para las Personas Que Sufren"
* Para más información acerca del artículo, visite el enlace: http://www.umc.org/what-we-believe/what-is-the-united-methodist-stance-on-assisted-suicide
** Michelle Maldonado es la Directora Asociada de Comunicaciones Hispano/Latinas de la IMU. Puede contactarle al (615)742-5775 o por el [email protected]