Minerva Garza Carcaño: guarda de los hermanos, ayuda para las hermanas

Minerva Garza Carcaño sintió un llamado al ministerio siendo una niña que crecía en la pobreza al sur de Texas. Como metodista de tercera generación, con 62 años de edad, dijo que sentía una sensación de seguridad y pertenencia dentro de las paredes de la iglesia. "Mi aspiración personal desde niña era vivir en la iglesia porque me sentía atraída por su trabajo", dijo.

Mientras que Carcaño, la mayor de siete hijos/as, pensó inicialmente que se había convertido en misionera o diaconisa, la nativa de Edinburg, estado de Texas, se convirtió en la primera mujer hispana en ser elegida obispa de la Iglesia Metodista Unida, la segunda denominación protestante en los EE.UU. Carcaño recientemente fue asignada para supervisar una región, con cerca de 400 iglesias y 78.000 congregantes desde el condado de Kern a la costa de Oregón y hasta el norte de Nevada.

Carcaño, cuya madre era ama de llaves y cuyo padre vino a los Estados Unidos en el marco del programa de braceros, dijo que en su camino a la ordenación se enfrentó a la oposición de la familia y la sociedad. Su camino elegido no era fácil y la gente era dura porque no había muchas mujeres en el ministerio.

"Mi padre se oponía mucho a ello", relata cuando le expresó su deseo de ser ordenada. "Mi madre se paró detrás de mi padre y lloró.  Cuando le pregunté un día, porqué lloraba en lugar de apoyarme, me dijo que veía lo difícil que era el ministerio para los hombres y sólo podía empezar a imaginar lo difícil que sería para mí como mujer". Pero la oposición y los obstáculos no fueron suficientes para disuadir a Carcaño de "un profundo llamado de Dios".

¿Cuáles eran sus aspiraciones al crecer?

"Mi aspiración personal desde niña era vivir en la iglesia porque me sentía atraída por la iglesia y su trabajo. Sentía alegría, amor y una sensación de paz y de pertenencia a la iglesia, en el propio santuario como el edificio que albergaba al pueblo de Dios; quería vivir en la iglesia. Cuando era niña, en la escuela primaria, y luego en la escuela media y secundaria, seguía pensando en eso. Pensaba en cómo podría vivir en la iglesia y, al principio, pensé que tal vez viviría en la iglesia siendo misionera y luego pensé que quizás sería una diaconisa, que fue un papel para las mujeres en nuestra iglesia desde el principio. Pero a principios de los años de secundaria, bajo la tutoría de un gran pastor, sentí el llamado a ser pastora y así comencé el viaje para convertirme en pastora".

¿Qué significa para usted ser una líder femenina en tu religión?

"He aportado lo mejor de lo que conozco de Dios, lo mejor de mis experiencias en la presencia de Dios, de lo que he sentido al escucharle y de mi posición ante la vida. Soy una mujer; soy una mujer morena; crecí en la pobreza; crecí en un contexto particular y una región del país. Y creo que Dios usa todo lo que somos y dónde hemos estado para ayudarnos a ser más sensibles con los/as demás. Para ayudarnos a tener una mejor comprensión del camino de los demás. Traer nuestro entendimiento de la vida, nuestras experiencias y estar dispuesto a recibir las experiencias, los temores, las preguntas y las preocupaciones de otros. Creo que cuando se experimenta racismo, sexismo y clasismo, es de esperarse que el corazón, mi corazón, sea más sensible a otros/as que han sido discriminados/as".

"Todos/as somos creados/as por el mismo Dios; por lo tanto, somos hermanos y hermanas y nuestros caminos, nuestros dolores y nuestra lucha, sea cual sea, siempre deben ayudarnos a ser más sensibles hacia el/la otro/a".

Cuando usted fue elegida obispa, se convirtió en la primera mujer hispana obispa de La Iglesia Metodista Unida (IMU), ¿qué pasó por su mente en ese momento?

Dos pensamientos: Uno de ellos era que mi abuela Sophia, la madre de mi madre, había sido la mayor influencia espiritual de mi vida, seguida muy de cerca por mi madre. Y mi abuela Sophia por ese tiempo había muerto... y el primer pensamiento que pasó por mi mente cuando estaba siendo consagrada como obispa, fue que ella era mi mayor influencia espiritual. Sin embargo, habría sido la primera en oponerse a mi aspiración clerical, porque sentía que era un papel para los hombres y no para las mujeres. Sé que eso habría sido una conversación interesante”.

“El otro recuerdo que tuve fue que mi padre se opuso a mi decisión de atender el llamado al ministerio... pero luego vino a la ordenación y fue muy solidario. Un día le pregunté por qué había cambiado y me dijo: ‘bueno, pensé que si eso estaba bien para ese obispo bueno, entonces estaba bien para Dios’. Y me preguntaba cómo se sentiría conmigo ahora siendo un obispo” (su padre murió en 1998).

Parece que la religión desempeñó un papel importante en su familia, ¿cómo fue su infancia?

Mi vida giró en torno a la iglesia y al trabajo para mantener a nuestra familia. Éramos fieles asistentes. Pasábamos todo el domingo en la iglesia y además íbamos todos los lunes y los miércoles. Y cuando me fui incorporando al ministerio de la juventud, entonces eran los viernes, los fines de semana y otros días también. La iglesia era algo central y sigue siendo central a nuestras vidas y definitivamente en la mía. Si viajo por mi trabajo un domingo y no puedo llegar a adorar en una congregación, de alguna manera me afecta espiritualmente. La participación en la iglesia es fundamental para nuestro ser.

¿Cómo es un día en su vida?

Ningún día es igual. Paso tiempo trabajando con mi gabinete, determinando el estado de nuestras iglesias. Tenemos más de 400 en nuestra área y trabajamos juntos/as para revisarlas a todas y a nuestros pastores/as también.

¿Hay algún cambio que le gustaría supervisar en su región?

“Acabo de llegar el 1 de septiembre, estoy apenas conociendo el área. Estoy haciendo visitas por todas las localidades y visitando a nuestras iglesias. Así que todavía estoy aprendiendo, pero, ciertamente, quiero unirme a aquellos/as que buscan justicia, que se están dirigiendo a la nueva realidad socio-política que estamos viviendo en estos momentos, de la era post electoral”.

“Hay muchas personas que están asustadas y preocupadas. No sólo los/as inmigrantes, sino las personas LGBTQ y los/as pobres. Así que la iglesia necesita ser un santuario para estos/as amigos/as, hermanos y hermanas que están en un lugar donde se encuentran temerosos/as por su futuro y también por sus vidas. Eso no significa un cambio de fondo, pero es un reto conseguir que todas nuestras iglesias se comprometan de esa manera y que no sólo vean sus situaciones internas, sino que pueden tomar en cuenta las realidades de las comunidades donde están establecidas".

Usted es el portavoz de la Iglesia Metodista Unida cuando se trata de cuestiones de inmigración. Explique un poco cuál es su papel y el mensaje que está buscando enviar, a través del desarrollo de esas capacidades.

“He sido la principal portavoz en este tema. Fui la primera persona invitada por el Concilio de Obispos/as para ser la vocera en temas migratorios, pero me complace informar que otros/as obispos/as se han unido a mí. Hay muchos/as obispos/as, en todo el país y alrededor del mundo, que en este momento están hablando en favor de la humanidad, la compasión y la justicia para los/as emigrantes e inmigrantes. El mensaje que compartimos como Concilio de Obispos/as y como La Iglesia Metodista Unida (IMU) es que, en primer lugar, el sistema migratorio del país ha sido sobre pasado por la realidad y debemos trabajar para una revisión integral de nuestra política de inmigración. En este punto, no esperamos esa revisión por lo que (Donald) Trump ha dicho como presidente electo. Está hablando de construir una muralla, de deportar a millones de inmigrantes indocumentados. Así que nuestro trabajo en este momento es asegurarnos de que los/as inmigrantes estén seguros/as, que sus derechos también estén protegidos y que las familias no estén separadas. Es un tema complejo en este momento, pero estamos comprometidos a estar con los/as marginados/as, incluido el inmigrante que está sufriendo y que está aquí simplemente tratando de sobrevivir".

¿Cómo se sientes sobre el estado actual de la política migratoria y la conversación nacional que está teniendo lugar?

"Hay una gran preocupación. Creo que necesitamos estar listos/as y por eso necesitamos llevar a cado el debate sobre lo que es justo y no sólo permitir que el Presidente Trump, nos lleve en una dirección que no es consistente con lo que hemos sido como país - un país de inmigrantes, un país de acogida, un país que brinda asistencia a quienes muriendo en nuestras costas. Tenemos que trabajar en eso muy proactivamente".

"Una de las cosas que podemos hacer es estar con los estudiantes DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) y aquellos que son elegibles para ser estudiantes de DACA, pero ahora no deben presentarse porque sus nombres podrían entrar en el registro de quienes podrían ser deportados/as y ver de esa manera, sus familias divididas y separadas. Necesitamos estar con sus familias que llegaron muy cerca de tener un estatus migratorio con el DAPA (Acción Diferida para Padres de Estadounidenses) y la perdieron a través de esa decisión de la Corte Suprema impulsada por una corte de Texas. Hay muchas familias que están asustadas. Soy consciente de que ha habido inmigrantes que tienen padres que se han suicidado, porque perdieron toda esperanza de poder cuidar de sus familias. Conozco a estudiantes de DACA que se han suicidado porque también se cansaron de luchar por sus derechos".

¿Su trabajo de servicio y su dedicación a la justicia están influenciados por su educación?

"Me ha influenciado mi educación y el hecho de haber nacido en una situación de pobreza donde mi familia estaba muy comprometida a compartir literalmente nuestra casa, nuestra comida y haciendo todo lo posible, no sólo para cuidar a nuestra gran familia extendida, sino a todos quienes nos rodeaban. Creemos que la fe nos enseña a cuidar a nuestro prójimo y que, de hecho, somos guardas de nuestros hermanos y de nuestras hermanas. Esos principios vienen de los valores cristianos con los que crecimos. Tengo compromisos profundos con la justicia. Creo que es bíblico, es escritural y parte de la base de quienes somos como personas de fe cristiana".

¿Qué consejo les daría a las niñas que están tratando de encontrar su pasión en la vida o tratando de entrar en las profesiones donde muchas mujeres no han sido capaces de entrar?

"Que sigan a su corazón. Sigan lo que les trae alegría y lo que les trae esa sensación de profunda pasión. Les aconsejo a las mujeres más jóvenes que encuentren a las mujeres que han recorrido el camino antes que ellas y que tengan una conversación sobre lo que las ha sostenido, qué les ayudó y qué consejo les pueden dar. Y a veces no van a encontrar a una mujer en la profesión a la que se sienten llamadas a ejercer, pero por otro lado, verán a mujeres avanzando en profesiones en las que, aún hoy en día, hay más hombres que mujeres. De esas mujeres con experiencia, las que son más jóvenes, pueden encontrar consejos de cómo seguir el camino. Se puede cruzar las profesiones, para encontrar un/a mentor/a. Hablar con sus madres, abuelas, tías y preguntarles sobre sus vidas… pregúntenles por los sueños y visiones de nuestras madres y abuelas y vayan en pos de los suyos y estén confiadas de que Dios estará con ustedes, porque Dios nos crea a todos/as y nos provee de ciertos dones y de un llamado para cada una, así que no tengan miedo".

* Almendra Carpizo es escritora de Recordnet.com. Para ver el artículo original abra el enlace aquí.
** El Rev. Gustavo Vasquez es el Director de Comunicaciones Hispano/Latinas de la IMU. Puede contactarle al (615)742-5155 o por el [email protected].

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